Probablemente surgió de una cultura de citas bañada en las redes sociales y se ha vuelto tan popular y ampliamente usada como la igualmente utilizada técnica de no-responder-mensajes.
Estamos conociéndonos rápidamente y dejándonos ir a la misma velocidad. Damos nuestros datos y los escondemos igual de rápido. Constantemente nos conectamos y desconectamos.
Rechazamos cualquier cosa que parezca remotamente una cita o cualquier tipo de situación donde alguien podría resultar dañado.
Pero, ¿por qué? ¿De dónde salieron todos estos rechazos? ¿Cuándo nos convertimos en una generación que no termina nada?
En algún momento del camino nos volvimos menos atrevidos, con menos confianza y menos agallas. En algún momento del camino decidimos que era más fácil rechazar a las personas que darles una oportunidad:
1. Tenemos miedo
Pero, ¿es mejor estar solo y perder oportunidades o es mejor arriesgarse a sufrir un poco?
2. Nunca es el momento indicado
O sucede, o no sucede. No pasa cuando estás lista financieramente o cuando estás emocionalmente estable. No sucede cuando has decidido que es el momento y todo está en orden. Sucede cuando no estás listo. Sucede cuando tu vida está en caos y eres un desastre.
3. Pensamos que son demasiado buenos para nosotros
Todos somos iguales, especialmente en el amor. Sólo porque ella puede que sea la más guapa con la que has estado o él el chico más apuesto que conoces, no significa que merezcan tu miedo.
Rechazar a las personas porque tienes miedo de que te hagan daño es como retirarse antes de que comience la vida.
4. Ocultamos el entusiasmo por alguien
Pero cuando se trata de AMOR, eso no existe. Si esa persona te hace feliz, o podría hacerte feliz, entonces ¿por qué tienes que ocultarlo? ¿Por miedo a que salga mal?
5. Vimos algo y no lo podemos olvidar
Porque todos estamos buscando la perfección… y la perfección es imposible.
Visto en Elite Daily.